Serenidad incomprensible me acompañaba dentro del vagón que me conduciría al pueblo donde mi último familiar había desaparecido. Mi rostro se reflejaba en el húmedo cristal y se mezclaba con el reflejo del reloj redondo que marcaba las nueve envolviendo a los transeúntes en una neblina llena de despedidas mientras el jefe de estación alzaba su mano dando vía libre al trayecto....
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