En una caravana algo inestable, vivía una familia de gitanos a las afueras de Jaén.
Amanecía y chocaba el sol y deslumbraba a Quillo; el menor adolescente, que salía con su melenilla y su cadena dorada a respirar aire fresco. Se encontró con su abuela de ochenta y nueve años, postrada en una silla de ruedas con unas largas trenzas blancas. Siempre seria y como en otro mundo....
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