lunes, 8 de septiembre de 2014

Amanecer entre desayunos

Como todas las mañanas una parte del alba les unía, en el salón verdoso con la dormida chimenea, uno frente a otro, una taza frente a otra en un desayuno sigiloso; sin saber quiénes eran, sin conocerse. Cuando uno despierta para ir a trabajar, el otro vuelve. Las normas de compartir el piso eran básicas y repartidas, aunque parecía estar incluida la falta de comunicación y excluido el concepto de orden que uno olvidaba...