miércoles, 2 de octubre de 2013

El Cielo


La primera vez que entré, lo hice despacio,  me apoyé junto una muestra de la barandilla de la Concha, iba con mi amigo Patrick. Me encontré en aquel lugar azulado que era custodiado por unos ángeles de tamaño natural que sostenían unas orlas de neón; al cruzarlos, las nubes al temple nos rodearon. A unos pasos, la barra, construida su apoyo por unas originales teclas de piano. Detrás de esta, se encontraba un pequeño y añejo escenario  donde descansaba en una columna un antiguo busto de mujer con mirada lánguida y  pelo corto ondulado. Al inspirar noté un leve olor a incienso, la música era casi inapreciable, como unas lejanas arpas. Al mirar al techo vi representado al camarero como  en estado  de ingravidez. Debajo descansaban unas mesas de mármol que se apoyaban sobre unas Singer de coser. Aquel lugar produjo en mí...